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Clínica profesional cannabica en LAR

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Más profesionales apoyan el uso de la marihuana.

Consulta médica, jurídica, área social, charlas, análisis de muestras y apoyo en el acceso a las terapias cannabicas, son las actividades fundamentales que se están potenciando en las oficinas de Valentín Letelier 1376, Of. 61. Las citas médicas y jurídicas se pueden agendar vía web a través de esta misma página o coordinar una cita a distancia enviando un mail a comunicaciones@lar.cl

Cerca de 20 nuevos profesionales de diversas áreas del conocimiento y especialistas en cannabis, uso de drogas y reducción del daño, se suman al equipo de trabajo de la ONG Latinoamérica Reforma, en Santiago de Chile. “En conjunto, buscamos dar soluciones a las personas que usan drogas, asumiendo que el consumo existe y que la prohibición lo único que hace es poner mayores dificultades a una situación de mucha complejidad, donde se involucran temas de salud, arrestos y cárcel por delitos menores o por simple consumo personal, fortaleciéndose el mercado negro, etc.” explica el fundador y director de la ONG el Dr. Sergio Sánchez Bustos.

A partir del aumento en el consumo de marihuana para usos medicinales, la oficina de la ONG habilitó una consulta médica para orientar los tratamientos y recetar cannabis el 2016. Lo que comenzó como un pequeño centro de apoyo en el uso y acceso a esta sustancia, hoy en día se ha transformado en un eje político, social, médico y jurídico complejo, en el que se busca dar respuesta a las necesidades de muchos usuarios a lo largo del país e incluso, fuera del territorio nacional. Desde esta iniciativa, han prosperado los clubes de usuarios cannabicos, el uso de aceites y extractos para uso medicinal y el autocultivo. Sin embargo, la cannabis no ha salido del todo de la lista 1 de sustancias prohibidas y las policías continúan allanando hogares, pese a que el Ministerio de Salud y la misma ley 20.000 de drogas, permite el uso medicinal de cualquier sustancia. “Buscamos dar apoyo no sólo en los tratamientos cannabicos, sino en todo lo que se relaciona al uso de drogas, legales e ilegales, y en ese contexto, nuestros profesionales ponen no sólo su capital de conocimiento y especialidad profesional, sino que también, la voluntad por construir un centro de pensamiento en todas las áreas posibles en la búsqueda por una reforma a la política de drogas basada en la salud pública y los derechos humanos”, asegura Sánchez.

Apoye! no castigue

El mundo se moviliza por el fin a la guerra contra las drogas

La prohibición ha demostrado ser un fracaso mientras que la política militarizada levantada e impuesta por los gobiernos en busca de una sociedad libre de drogas, impulsada en especial por el de los Estados Unidos de Norteamérica, ha traído como consecuencia, muchas más muertes, heridos y encarcelamientos en el mundo, siendo uno de los peores males que aquejan nuestras sociedades.

El 26 de junio, organizaciones activistas en todo el mundo, se movilizan para llamar la atención y apelar a la conciencia de las autoridades de los países, para acabar contra la prohibición y la guerra contra las drogas, bajo la consigna Support Don´t Punish (Apoye, no castigue).

Ese día, las Naciones Unidas conmemoran el Día Internacional contra el Abuso y el Tráfico Ilícito de Drogas, donde los gobiernos celebran sus aportes a la guerra contra las drogas, una política que significa un gasto de más de 100 mil millones de dólares, miles de muertes, personas estigmatizadas y encarceladas por delitos menores de drogas. En respuesta a esta situación, que vulnera los derechos humanos fundamentales, protegidos por las propias convenciones de la ONU, se creó esta campaña que LAR ha estado apoyando como parte de los compromisos que tiene con los objetivos de promover la reforma a la política de drogas en nuestro país.

La campaña se puede realizar con variadas actividades dedicadas a concientizar sobre el problema y se puede consultar sobre las formas de participar en supportdontpunish.org o si te interesa participar con nosotros, puedes enviarnos un mail a comunicaciones@lar.cl

Defienden uso de la cannabis medicinal

Médicos responden a Sociedades médicas y al Colmed

“El uso de cannabis sativa en el mundo es hoy una realidad, sustentado en la evidencia científica y en los Derechos Humanos. Se debe regular en favor de las personas y sus necesidades, no solamente poniendo el foco en la seguridad interior del estado”.

Son médicos y recetan cannabis para uso terapéutico desde el 2014. El Dr. Sergio Sánchez Bustos, presidente y fundador, de la ONG Latinoamérica Reforma, asegura que “nuestro trabajo con la Cannabis Sativa y quienes la usan, está avalado por múltiples estudios, de los cuales podemos destacar el de la Academia de Neurología Americana en 2014, que ha señalado su eficacia en dolor crónico y espasticidad de esclerosis múltiple. Asimismo, la Academia nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE. UU en su meta análisis, ha concluido que sus efectos antieméticos contra náuseas y vómitos inducidos por quimioterapia, son efectivos, en su informe de enero del 2017”.

“Desde la ONG en que trabajo, pensamos que el desafío del Estado de Chile es regular estos consumos, proponer rutas de acceso a estos derivados y descriminalizar su consumo, para que quienes usamos cannabis sativa tanto para prescribirla como para aliviarnos, estemos seguros y sin temor a enfrentarnos a los desaciertos policiales por un lado, o los efectos deletéreos del mercado negro, por el otro”, declara el profesional quien ha atendido, junto a otros 5 médicos, cerca de 5 mil casos desde el 2014 en todo el territorio nacional.

El regulador en Chile ha permitido la prescripción de derivados cannabicos bajo el decreto 84/2015 del MINSAL y asimismo, los decretos 404 y 405 del MINSAL permiten el uso de los cannabinoides con el fin de desarrollar la investigación científica. Las personas que utilizan cannabis bajo condiciones medicinales, acceden a los preparados autocultivando, dispensándose en los clubes de usuarios y accediendo a las compras excepcionales que prevé el decreto supremo 3 - Ley del fármaco. La discusión acerca de la eficacia y seguridad es real, pero una cosa sí es segura: la dosis letal de cannabis es altísima y en la literatura médica no se reconocen casos de muerte debido a su consumo.

En Chile hay agrupaciones de pacientes que consumen derivados de Cannabis; consultas médicas para personas que los usan; estudios clínicos que evalúan eficacia y seguridad; cultivos colectivos, industriales y de cáñamo para exportar y desarrollar la industria farmacéutica. “En el mundo así lo han entendido, regulándola como planta medicinal y como producto farmacéutico, pero por sobre todo, comprendiendo que es un Derecho Humano el acceso a gozar del mejor y mayor nivel de salud disponible”, afirma el profesional.

En Estados Unidos, se encuentra legalizado en 29 Estados y en el Distrito Federal. Otros países como Alemania, República Checa, Israel, Canadá, Uruguay, Colombia, Dinamarca, entre muchos otros, también la usan médicamente.

El Dr. Sánchez es médico de la Universidad de Chile, Magíster en Salud Pública, ex director del Hospital de Urgencia Asistencia Pública (Posta Central) y actualmente atiende pacientes que usan cannabis terapéutico, en la consulta médica cannabica de la ONG que él mismo dirige.

COLUMNA
Dr. Sergio Sánchez Bustos

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¿Medicinal o Adulto? La regulación del Cannabis en Chile

“Nunca vimos descender tan rápidamente las tasas de dolor de espalda y de cabeza como cuando la legalizamos en 2014” me decía un funcionario del gobierno de Colorado hace unos años cuando nos encontramos en una Conferencia.

En el 2019 de Chile, estamos antes del 2014 de Colorado. El consumo de cannabis sativa se encuentra permitido por la ley 20.000, tanto para fines medicinales como para uso adulto (recreacional, lúdico, espiritual, etc) Por estar autorizados, sus prácticas asociadas (cultivo, venta, tecnologías) se han configurado como dos mercados bastante diferentes, que deben ser considerados al momento de pensar la regulación. Uno, para fines medicinales y otro de para el uso de personas adultas.

El mercado medicinal se sustenta en consultas médicas cannábicas; clubes cannábicos; laboratorios farmacéuticos; científicos y miles de personas con prescripción para aliviar dolor crónico; náuseas y vómitos asociados a quimioterapias, insomnio, epilepsias refractarias, autismo, fibromialgia, espasticidad etc. Por otro lado, el mercado adulto, compuesto por grow shops; industria innovadora que pretende desarrollar el mercado del cáñamo y sus múltiples posibilidades (cuerda, papel, ropa, alimentos, etc.) distribuidores, medios de comunicación temáticos, etc.

Entonces, el regulador debe hacerse cargo de los matices para que los derivados de plantas de cannabis sativa tengan estándares altos de seguridad, calidad, precios razonables y buenas prácticas de manufacturación con énfasis en seguridad y eficacia en lo medicinal y que quienes deseen consumir cannabis puedan acceder a ella, ya sea cultivando o a través de dispensarios.

En lo medicinal, la seguridad del fármaco se obtiene después de realizados los estudios clínicos con estas sustancias, que además muestran los rangos de eficacia de las nuevas medicinas. El regulador debería asegurarse que todos los fármacos que se venden en farmacias hayan pasado por el proceso de registro, aun cuando ciertos actores presionen políticamente bajo las cuerdas para evadir tal proceso.

Así se obtiene cannabis de calidad farmacéutica apta para uso médico. Tenemos las personas e infraestructura de la Agencia Nacional del Medicamento (ANAMED) disponible para ello.

Los productores de estas sustancias deberían considerar todos los requerimientos de calidad y seguridad de producción de fitofármacos a precios accesibles, favoreciendo el desarrollo de una industria nacional fomentando la competencia, a través de CORFO.

Algunos pacientes compran preparados farmacológicos vía excepciones de la ley del fármaco (sin registro); otros van a los clubes y otros más cultivan sus propias plantas de cannabis sativa.

Por otra parte, el cultivo para uso adulto ha logrado importantes reconocimientos a partir de sentencias de la Corte Suprema, como el caso de Paulina González o el de Jen Agullo, quienes lograron acreditar sus cultivos ante la Corte Suprema, como actos preparatorios para un fin lícito (consumo) y que viene consagrado desde los derechos de las personas plasmados en la Constitución política de la República.

El uso adulto se fundamenta en el libre consumo de cualquier ciudadano que desee utilizar la planta de cannabis. Se entiende desde el derecho a consumir drogas con seguridad y calidad; combatiendo, al mismo tiempo, la relación entre drogas-delincuencia y mercados negros con todas sus externalidades negativas: corrupción, delincuencia, cárceles, consumo de sustancias de baja calidad, etc.

Otro objetivo del regulador debiera ser que niños y jóvenes estén protegidos de consumir drogas, mediante campañas de prevención, programas educativos en los colegios y fiscalización de los sitios que dispensan sustancias controladas, como el alcohol y tabaco.

El mayor miedo de quienes se oponen a la regulación de los usos del cannabis es que niños y jóvenes accedan con mayor facilidad a estas sustancias, pero la realidad muestra que el mercado negro es el mas desregulado de todos los mercados, donde cualquier persona que acude puede conseguir drogas mediante el dinero. En este sentido, niños y jóvenes ya se encuentran desprotegidos ahora mismo, acudiendo a mercados desregulados.

Hoy el consumo adulto se está validando, en algunos casos, con recetas médicas. Pero se trata de dos líneas regulatorias diferentes, y deberían distinguirse marcos legales apropiados para cada uno de ellos.

La política del Regulador

Los países que han avanzado en la regulación del Cannabis lo han hecho regulando separadamente estos dos grupos de usuarios, facilitando la creación de mercados para adultos, que incluyen dispensarios y sitios de consumo, pero también importantes restricciones a niños y adolescentes para retrasar y en lo posible, evitar el temprano contacto con la sustancia controlada. Esta distinción acaba ipso facto con la confusión que llevó a los californianos a tener médicos atendiendo a la orilla de la playa, con dreadlocks y música de Bob Marley a la gente que hacía filas por dolor de espalda en la calle.

Otra sugerencia es proteger la privacidad y confidencialidad del paciente, evitando ventilar diagnósticos médicos en las recetas, a menos que los pacientes así lo soliciten para trámites especiales. Segundo, fortalecer el criterio médico a la hora de tomar decisiones sobre enfermos y cannabis, evitando el uso de listas de enfermedades susceptibles de ser tratadas con cannabis sativa.

Los derechos de cultivo de las personas para uso adulto están fuera de lo medicinal. No vayamos, por exceso de celo, a producir un efecto de “medicalización” del cannabis, facilitando prácticas ya desterradas de los lugares donde esto ya se ha regulado.

Si bien es necesaria la aprobación de la idea de legislar en el Senado, también es imprescindible moverse más allá de la mera prohibición heredada de la “guerra contra las drogas”

Esperemos que las voluntades de los senadores tengan la capacidad de resolver este tema considerando a todas las aristas comentadas y así dar, efectivamente, una ley moderna, basada en criterios sanitarios y con enfoque de Derechos Humanos.

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El conocimiento médico y las leyes de drogas.

¿Por qué los países aprueban legislaciones para el uso de la marihuana medicinal y los médicos no se ponen de acuerdo en que sea beneficiosa? Hay una disputa entre el conocimiento médico, muchas veces prodigioso líder de procesos sociales exitosos, como las campañas de agua potable, nutrición y vacunación y quienes han diseñado las Políticas de drogas.

El debate médico sobre la evidencia científica para el uso de drogas se basa en revisiones sistemáticas de la evidencia científica disponible, que son análisis de las investigaciones que se han publicado acerca de las mismas, con unos criterios que se han desarrollado consensuadamente entre quienes se dedican a estas investigaciones.

Así, resulta confuso enterarnos que la National Academy of Sciencies of sciences, engineering and medicine, establece que hay evidencia suficiente para el uso de cannabis sativa en dolor crónico, espasticidad asociada a esclerosis múltiples y vómitos y náuseas asociadas a quimioterapia, mientras que en el informe -de similar naturaleza- de Epistemonikos se concluye que no existe evidencia que demuestre que los riesgos del uso de los cannabinoides sea superior a los beneficios de la misma. Esta diferencia en los resultados de dos investigaciones de similar naturaleza, puede deberse a la forma de establecer los criterios de búsqueda, puede también en error del investigador al dejar de lado cierta evidencia, o bien, incorporar otra evidencia no recomendable.

En medicina se asume una escala de conocimiento que va desde lo peculiar del acto clínico, hasta el análisis sistemático de las publicaciones. Entre medio de esos dos cabos queda la investigación epidemiológica descriptiva, los estudios retrospectivos, los casos y controles, los dobles ciegos aleatorizados y todas su variantes y derivadas.

El análisis sistémico asume además que estos estudios están realizados conforme al método científico, que sus resultados por lo tanto, miden lo que dicen medir, y que la representatividad de sus resultados abarca a la población general. Sin embargo, en la práctica clínica diaria, vemos como los pacientes mejoran al usar la medicina complementaria canábica. Vemos que las crisis epilépticas disminuyen en los cuadros refractarios. Hemos visto pacientes oncológicos mejorar su calidad de vida, etc.

Pero la política ha regulado conforme al derecho de las personas, a su autonomía y al conocimiento médico disponible, no siempre basado en análisis sistémicos, pero si en las observaciones clínicas, estudios retrospectivos e incluso ensayos aleatorizados, como ha sido el caso de Sativex®, Marinol® y Epidiolex® Por esa vía, veintinueve Estados de la Unión americana han establecido regulaciones favorables al uso medicinal de la cannabis sativa, ya sea bajo forma de la flor o de preparados farmacéuticos. Países como Uruguay, Colombia, Perú, Argentina, Canadá han hecho similares esfuerzos, en diferentes grados de desarrollo. Similar situación en algunos países europeos. Esto ha sido comandado directamente desde la política.

La política, históricamente, se ha basado en las Convenciones de drogas de los sesentas, utilizadas para contener el nuevo sujeto del siglo XX: el ciudadano. La política de seguridad interior del Estado pasó por contener al potencialmente peligroso habitante de la ciudad, tanto en la orbe capitalista como en los países comunistas. El peligro para el Estado moderno, era el mismo ciudadano que lo había generado, emancipado y por tanto demandante, peligroso para el orden social.

Las crisis del Estado moderno, su eficiencia, tamaño y preponderancia frente a otros grupos de interés; los cuestionamientos los derechos que han estallado en todo el mundo y la inteligencia política también se ha visto implicadas bajo estas nuevas regulaciones de drogas, por ejemplo en el caso de Colorado y el sostenido apoyo ciudadano desde los años sesentas del siglo XX, fundado en las Universidades e intelectualidad. Y así las luchas han conseguido abrir espacios a regulaciones racionales del uso de drogas.

Por esos movimientos sociales, la política se ha movido antes que la ciencia. Basado en la evidencia disponible, en la autonomía de las personas y en los Derechos Humanos, se ha optado por regular el consumo de estas sustancias, alejando a la personas de los mercados negros y sus negativos impactos sobre la calidad de la sustancia, corrupción, evasión de impuestos y gastos carcelarios y judiciales sin mayor repercusión en la vida social.

COLUMNA
Pedro Musalem

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Mariguana: carta abierta a los médicos de Chile.

Si ahora tuviera que clasificar de pronto a mis colegas médicos respecto de sus actitudes ante la mariguana y sus diversos usos, se me ocurrirían tres o cuatro tipos clasificatorios. Veamos. Hay los que la consumen y saben bien de sus efectos y la recomiendan, por eso mismo, a sus pacientes, por ejemplo, como ansiolítico, dado que la ansiedad es una experiencia común durante el duro entrenamiento médicos universitario, y siempre hay los que consumen algo de hierba para paliar los estragos mentales de una jornada intensa, procurándose algo de íntimo placer instantáneo al final del día. Así, saben que ella es ansiolítica porque la han probado, y que es menos adictiva que el clonazepam y otras pastillas del mismo estilo, porque han visto lo que produce en los pacientes, y han comparado (y aquí hay una seria discusión pendiente, sobre qué es la adicción, que me reservo para una probable futura columna). Saben, también, estos colegas, que la mariguana, aún fumada durante años en los pastos de la universidad, día tras día, no hizo de ellos seres más tontos, ni mucho menos, y que es perfectamente posible completar la educación superior y aún ir al postgrado en la constante compañía de la santa verde. Lo único que, con mucho, se podrá decir, es que han hecho vidas diferentes, acaso, precisamente, más relajadas.

Luego hay esos que, conociendo los poderes recreativos y medicinales de la mariguana, tan estrechamente ligados entre sí, de relajación y placer capaces de evaporar el dolor y la ansiedad, (siempre y cuando uno se drogue en los espacios y compañías adecuadas), aún sabiendo todo esto, por cortedad de genio o simple espíritu gregario, preferirán plegarse a la opinión de las mayorías dentro del gremio, donde las mayorías, hasta ahora, parecen ser contrarias al uso liberal de la mariguana como medicamento experimental.

También existen los que nunca han fumado o han fumado muy poco, y sin embargo, siempre curiosos y estudiosos, saben bien que la mariguana sí posee efectos espectaculares, por ejemplo, en el tratamiento paliativo de ciertas feroces enfermedades neurológicas, como el Parkinson, el Temblor esencial y los autismos y epilepsias de los niños. He conocido a ilustres profesores de neurología de prestigiosas universidades públicas chilenas que la indican a sus pacientes, apoyados en la base material de toda evidencia científica, que es la observación empírica directa ejecutada durante el ejercicio libre de la profesión médica.

En cuarto lugar, estarán los que nunca la han consumido, y opinan que en cualquiera de sus formas, es una abominación, y que lo único tolerable podría ser alguna pastilla fabricada por un laboratorio, cuyos compuestos activos estuviesen basados o extraídos de la planta. En este abanico de posiciones profesionales hay los que sostienen que la mariguana está muy bien salvo uno de sus componentes, principal responsable de la psicoactividad, del viaje que la planta da, que es el THC, y que la mariguana es aceptable, siempre y cuando no traiga o traiga muy poco THC.

Pero ojo que los médicos más fanáticos en prohibirla, con neurólogos, psiquiatras, pediatras y anestesistas a la cabeza, hace 5 años atrás no tenían ningún problema con la permanente campaña oficial del terror que sostenía que la mariguana mataba neuronas. Ahora que se ha demostrado bien justamente todo lo contrario – que la mariguana protege a las neuronas – estos médicos alegan que así está disminuyendo la percepción del riesgo entre la población. Y que entonces los niños y jóvenes están expuestos al terrible riesgo de pensar que la mariguana no entraña riesgo alguno. Vaya vaya con estos campeones de la lógica. Pero en fin. La política es diálogo. Así que dialoguemos: es deber del Estado y de las familias educar y proteger a los niños y jóvenes de consumos potencialmente deletéreos, y es función de los profesores y también de los médicos promover una cultura de diálogo y debate informado, para que los adultos que, por su trabajo o condición, tienen por misión influir en los niños y en los jóvenes de modo más decisivo, sepan a qué atenerse respecto de la mariguana. Así mismo, es deber de los médicos que estaban conformes con la mentira pública de que la mariguana mataba neuronas, hacer un mea culpa y reconocer que entonces no eran tan científicas las verdades que alegremente daban por ciertas. Y preocuparse también de que los medios de comunicación y la internet promuevan los hábitos saludables, por ejemplo, los contratos laborales de calidad, las buenas vacaciones y las buenas pensiones no como frutos del esfuerzo, si no como derechos sociales: la evidencia científica es inequívoca, el salario y la tranquilidad socio-económica son grandes determinantes de salud y enfermedad, mucho más que la mariguana.

La corta historia de la medicina científica (apenas 200 años) está llena de falsas verdades. En cuanto a la larguísima historia de amor entre el homo sapiens y la planta de mariguana, la destilada y prístina verdad brilla aún a los ojos del aporreado (por los bancos y las deudas) público chileno, que desde los escaparates de las tiendas de jardinería canábica (o grow shops), llevan hasta sus entrañables altares domésticos, insumos y parafernalia para cultivar y/o consumir en la confortable intimidad hogareña – o en la fría y expuesta calle, donde siempre sabe un poco a salvaje aventura – deliciosas variedades de cannabis que el ingenio humano ha dado, así como razas de perro o frutas excepcionalmente jugosas, multiplicando sus niveles de ambrosía hasta más allá de lo imaginable. Digo esto a propósito de los supuestos “excesos” de THC con que lloriquean algunos colegas. Es cosa de mirar una pintura medieval en que aparezca cortada en dos una sandía, para notar lo diferentes que eran entonces, cómo la parte blanca ocupaba casi todo el espesor del fruto y cómo, el ingenio humano, en una larga historia de amor con la sandía, ha llegado a proveernos de los ejemplares especialmente carnosos y dulces con que contamos para refrescar los frenéticos veranos de las épocas actuales.

Vivimos en un tiempo donde las tecnologías de comunicación han propiciado una redistribución del poder a nivel del público. El conocimiento es poder y ahora, gracias a la internet, este poder es simultáneo e instantáneo, vuela muy rápido y la gente se va enterando en tiempo real lo que se investiga y se desarrollo en otras partes del mundo respecto de la mariguana. Los efectos terapéuticos son espectaculares y las teorías sobran. Para los más escépticos, ahí están los testimonios milenarios, perfectamente coherentes con los de hoy. Ninguna burocracia científica y, al final, supersticiosa, y no pocas veces vendida a los grandes intereses financieros, va a impedirle a la gente ver y saber, a través de textos y videos y la propia experiencia, cuál es la verdad más aceptable respecto de la mariguana. Justamente la sociedad del conocimiento en que vivimos – o queremos o aspiramos a vivir – acaba en la paradoja de que el experto especialista puede fácilmente devenir en personaje poco creíble. Más que seguir a los expertos, hay que usar el sentido común. Y eso es lo que está ocurriendo, mal que les pese a los colegas hipócritas, cobardes y/o prohibicionistas.

Son estos hechos, mayoritarios e irreversibles, los que los desacreditados legisladores chilenos toman en cuenta al favorecer el auto-cultivo de mariguana, condicionándolo a la posesión de una receta médica. No se hacen cargo, todavía, de un vacío mayor, emanado de su propia legislación (la de la ley 20.000 o ley de drogas, creada en una época de gran impunidad en que empresas privadas compraban diputados y senadores al por mayor, así que andaban muy ocupados en eso como para pararse a pensar en sacar una buena ley), un vacío que consiste en que se reconoce el derecho de cualquier persona a consumir en la intimidad de su hogar, pero nada se dice sobre cómo, dónde y cuándo las personas podrán obtener lo que desean consumir. Un vacío mayor que tiene que ver con la dificultad de partir en tres una misma realidad: un ser humano cultivando y consumiendo mariguana para alterar su estado físico y mental, es algo más antiguo, mucho más antiguo, que la artificiosa separación cartesiana entre cuerpo y mente. ¿Espiritual, recreativa o medicinal?. ¿Y si es un hombre enfermo de dolor por cáncer que consume mariguana por religión y se mejora, aunque sea un poco, del espantoso estado al que se vio reducido a causa de la muy lucrativa aplicación de quimioterapia?. ¿Y si es una mujer con esclerosis múltiple que consume de manera recreativa y se mejora más allá de lo que nunca pudo haberse mejorado con los otros medicamentos? ¿Quién les va a convencer de lo contrario?. ¿Qué legislador cometerá la imprudencia imperdonable de dictar religión y recreación a las personas libres?

Y a los médicos les voy a recomendar, por último, que razonen un poquito en lo siguiente: ya saben, por sus propios compañeros de universidad, que la mariguana no hace daño o que al menos su consumo desde la juventud es compatible con una vida productiva. Y que como ya hay una comunidad de adultos deliberantes, incluyendo a profesores y padres de familia, responsables de cuidar de los niños en toda la gama de temas de riesgos, donde la mariguana es simplemente uno más, coloquen dicha tarea en el lugar que le corresponde y pongan, cuando les toque, de su parte. Que en vez de rasgar vestiduras por la mariguana, lo hagan por el uso irracional de antibióticos y de adictivas benzodiacepinas, dos problemas graves de salud pública, y además casi exclusiva y directamente dependientes del trabajo médico. Que acepten que la medicina “científica” tiene apenas 200 años de antigüedad, y que así las cosas, resulta bien difícil que puedan robarse ahorita el papel estelar en el capítulo actual de la larga historia de amor entre el género humano y la cannabis.